miércoles, 30 de julio de 2008

Los 1000 y 1 oficios

GALERÍA URBANA
1 de Mayo de 2008
Año 01, núm. 26
Por José Manuel Ruiz Regil


Lo puedes encontrar en los vagones de la línea 3 del metro Universidad-Indios Verdes. Es fácil de identificar por lo fashion de su pregón. A la manera de los locutores de radio pop. Se distingue de los demás vendedores ambulantes de discos piratas en el subterráneo por más de una razón. Su estatura y aspecto de chico clasemedia con su barba y pelo rubios desaliñados, resultan ad hoc para ofrecer los grandes éxitos de los Beatles. De su voz oirás la mejor pronunciación de los títulos y sus autores en inglés que podrás encontrar en cualquier vagón del submarino naranja. Oliver conoce su ventaja competitiva y la explota. Presencia, carisma y bagaje cultural.

Como el resto de ambulantes, también necesita un trabajo para subsistir en esta urbe. Estudiante de Historia en la U.N.A.M. donde está por terminar su licenciatura, se orienta hacia la investigación y la docencia. La necesidad de dedicarse a un trabajo productivo que no lo distraiga de la escuela le hizo volver los ojos hacia el comercio marginal. Poseedor del método científico observó, aprendió y comprobó que podía conseguir las mismas bocinas y CD portátil, con la alforja oficial de los piratas underground, en República del Salvador Num. 23. Consistente con su inquietud asistió a la reunión del gremio, pagó su cuota y ganó su espacio. Ahora, vendiendo discos a $10 gana en tres horas más de lo que ganaría al día como burócrata.
En esta ciudad donde todo se puede hasta que no se puede, a veces tiene que compartir sus ganancias con los inspectores, que un día amanecen moralistas y lo llevan al MP, donde paga el impuesto al empleo informal. Pero él lo sabe por disciplina, que “este país es así desde tiempos inmemoriales”, y lo asume como una actitud cotidiana.

Piiiiiii.... Las puertas se cierran. El gusano naranja con dirección Universidad se aleja, el joven montado en su férrea determinación continuará invitando a los usuarios a seguir disfrutando del Magical mistery tour al que le apuesta ahora su título.

La chuleta

Tic, tac, tic, tac… El metrónomo electrónico marca el tempo de la pista. Entran los violines, los teclados pregrabados. Del otro lado del vidrio, el acústico ejecuta. Carga sobre su cuerpo el más grande instrumento, contrabajo. Ataca con presteza sobre el Sol y pasa a un Fa sostenido. Cada vez más grave. La cabina resuena con el ímpetu del mastodonte. El interprete al pié de la nota desliza el arco sobre las cuerdas. La pieza apenas llega a 20 segundos.

Por razones que mezclan, providencialmente, la vocación con el negocio, coincidí en el estudio de Arturo Castro Jr. con Victor Flores, destacado músico a quien conocía por los discos “de Bach a los Beatles” y “del medioevo al danzón”, una delicia de experimento que hizo junto con otro virtuoso del aliento, Horacio Franco, donde reviven y resignifican los sonidos tanto de los instrumentos como de las melodías, en una atmósfera de cámara interior, profundamente gozosa.

Admito que no lo reconocí del otro lado del vidrio. La última vez que lo vi traía el cabello mucho más largo. Pero fue mi oído el que conectó de inmediato con su trabajo. Pensé: Esto es tema de Galería Urbana. Entre una toma y otra me metí a la cabina con él, para grabar ese áspero sonido solitario que tocaba en turno integrar al resto del Jingle. Accedió sin titubeos. A la señal de Rolando (Roly) Gómez, repitió, apenas un par de veces la frase musical antes de terminar.

Mientras el creativo Luis Mora y el “Rolas”, terminaban de integrar audio y video al comercial de Citizen, comenté un par de cosas con él en el pasillo. Obviamente pregunté ¿Cuánto ganas por un jingle? ¿Te ha tocado trabajar en algún proyecto comercial que además sea de gran calidad artística? Me cuenta que igual lo llaman para hacer una película, donde ha tenido más oportunidad de crear, que en comerciales, donde ya está todo definido y tiene que ser muy preciso. Finalmente, uno es músico y se trata de sonar. Hay que andar tras la chuleta. Lo demás es estudiar todos los días, y entregarse a la magia de la sincronicidad. Quizás no usó esas palabras, pero fue lo que leí en su mirada clara.

Integrante de la OFUNAM desde hace más de 18 años, jazzista, músico ecléctico, quien de forma dócil ha abordado la música como destino, con esa sencillez que da la disciplina y el amor al trabajo, me comenta que el sábado siguiente se presentará con Horacio Franco en Bellas Artes en un concierto de gala a propósito de los 30 años de carrera artística del flautista. Prometo conseguir boleto.

Lo acompañaba Sabina, su hijita, a quien quizás en pocos años la empecemos a escuchar en la escena musical, pues comienza a estudiar flauta con Franco. ¡Qué más quiere!

Enfundado de negro el “tololoche” se hace más evidente su volumen. Se decía hace 100 años que fotógrafo que no pudiera cargar su equipo no podía ser buen fotógrafo. Lo mismo el masajista que no puede cargar su mesa portátil, el contrabajista tampoco puede soslayar semejante compañía. ¿Cómo lo cargas? ¿Viajas en metro? ¿Traes coche? –pregunta obligada-. Ahora en un Golf. Pero igual cabía en un bocho, -contesta. ¡Le pedí su autógrafo! Quizás me vi como un grupie de Paulina Rubio, pero... me consuela saber que hay niveles. ¡Shhh!

Con toda sencillez quien considera que destacar en su disciplina “es el encuentro con la maravilla de lo inesperado”, me dedicó unas palabras e imprimó su poderosa en mi libreta de hallazgos.

Maestro de la gravedad, todo un privilegio el encuentro.

Del concierto en Bellas artes -“Prodiga excelsitud”- cuento en otro espacio.

Hasta la próxima.

Visita www.areametro.com.mx y entérate de las propuestas artísticas que se están generando en diferentes disciplinas.

Escucha: www.highprofileradio.com.mx