GALERÍA URBANA
15 de mayo de 2007
Año 01, núm. 03
Por José Manuel Ruiz Regil
Esta Galería llega con un toque de ruralidad, para respiro y solaz de sus lectores citadinos.
Conocidas por el ingenio popular como “El abuelo”, “El novio y la novia”, “La cara de King Kong”, “El elefante sentado”, “El perfil del rey”, “La tortuga”, “Leona”, “Las bubis”, “La puerta de los deseos, “La mano”, “La canoa”, “El gorro de Santa Claus”, “El zapatito”, y tantos nombres como pueda sugerir el imaginario colectivo, estas esculturas rocosas de más de 65,000 años de antigüedad, señorean el valle de Camotepec (donde crecen los camotes), en el Estado de Puebla. Zona de herencia Náhuatl, que ha conservado con orgullo la tradición de sentirse acompañada por estos seres minerales de caleidoscopica fantasía.
Como una manada de mamíferos rumiantes que pace despreocupadamente, estos zoones lapidarios se distribuyen con suficiente espacio entre sí, sembrando el valle de imaginería monumental. Parecieran concientes de su majestad; vigilantes, cual guardianes del asombro, reptan, se yerguen, retan las leyes de la física, sobreponiendo sus placas en equilibrios imposibles. Obras maestras del azar telúrico, dispuestas cada una en sitios que la casualidad pareció determinar con pulcro tino.
Dividido el valle por un arroyuelo, y un desgaje del terreno que evidencia sus edades, por momentos uno podría sentirse objeto de estudio de algún inveterado dinosaurio. La bruma, la explanada inmensa, el verde húmedo, las copas de pinares ascendiendo los cerros, cobijan al espíritu místico, que halla en la contemplación y el estruendo del silencio, alimento de paz. Entonces puede oírse el cuchicheo de las ancianas en el eco, rebotando leyendas de piedra en piedra.
De una sensualidad casi animada, algunas, evocan los rituales de fecundidad de Gaia; otras, languidecen lamiendo la yerba, exangües, al final de una batalla; unas más, juguetean entre los matorrales y apuestan a que algún día llegarán a formar parte de un mágico portal donde la alquimia del deseo se realice. Bestiario mineral.
El conjunto pareciera una escena interrumpida por la fuerza contenedora de La Voluntad; una especie de congelamiento evolutivo. Como si las piedras hubiesen querido transformarse en animales, sobrepasando el orden de los reinos; y quedáranse a mitad de camino entre su mineralia y una especie de conciencia híbrida, muy apaciguada por los siglos. Es desde esa compasión que la quietud cultiva, que se muestran desnudas a los ojos de los visitantes.
Esta bioreserva cercana a Zacatlán de las manzanas, es un pretexto ideal para acampar, caminar, contemplar, dibujar, saborear el exquisito sabor del mixiote, los tlacoyos de alverjón, el arrocito con frijoles y la ensalada de nopales; montar a caballo y respirar por los ojos tanto verde y cielo virgen.
Fue gracias al entusiasmo de Vicky y Conchita que acomodados en cósmico autobús partimos en otra de sus excursiones de Viajes Creativos. Bien apapachados desde temprano con sandwiches, frambuesas, té, café y galletas, las tres horas de camino saliendo del D.F. se hicieron acordes de El Cigala y otras rumbas de nostalgia y fuego.
Camino a Zacatlán las ventanas del autobús se hicieron alebrijes con los cuentos de “La casa por a ventana y otros lugares”, provocando risas en el pasillo; y para llegar al D.F. “Una provocación” en video atribuída a Woody Allen.
Apenas regresamos, ya Vicky está empacando para irse a Oaxaca los primeros días de Junio. Les paso su teléfono y correo para que la contacten: Virginia Rodríguez vicenero@gmail.com
Tel.: 55 79 54 06 Cel. 044 55 14 76 07 56
Hasta la próxima.